Hoy he tenido la magnífica
oportunidad de dar mi primera clase. Ha sido una clase de lengua improvisada a
alumnos de 4º, en concreto de 4º B. Su organización era como la de todas las
clases descritas con anterioridad (grupos de 4 o 5 personas). Entre los alumnos
había dos niños con Altas Capacidades.
La clase que impartí era de
Lengua y en ella tuve explicarles lo que son las palabras llanas (cosa que ya
habían dado en 3º pero que tenían que repasar ahora en 4º). La clase fue
improvisada totalmente, y seguí la metodología que el maestro había llevado a
cabo en la hora anterior, repasando conocimientos previos relacionados con el
tema, como por ejemplo: la sílaba tónica, o la acentuación de las palabras
agudas. Posteriormente les hice copiar un pequeño esquema o tabla que yo había
elaborado en la pizarra sobre las reglas de acentuación de las palabras agudas
y llanas. Después utilice la pizarra interactiva para hacer un juego con ellos
y asegurarme de que habían comprendido lo que eran las palabras llanas y cuándo
se acentuaban. Por último les mandé hacer dos ejercicios, recomendados por el
profesor, que acabaron en clase.
Luego dieron clase de inglés con
una profesora nativa. Posteriormente dieron clase de matemáticas y utilizaron
un recurso que me pareció muy curioso al que llamaban Pizarra Mágica. Esta “pizarra” era un folio metido en una fundita
transparente con una tabla vacía con las unidades de medida. Los alumnos
escribían sobre la funda en rotulador, y luego borraban con el dedo o un
trapito. La tabla resultaba muy útil para pasar de unas unidades de medida a
otras.
Después del recreo tuvieron clase
de religión. He de decir que esta clase fue fabulosa, en ella pude apreciar la
labor tan importante del docente como juez que se sustenta en las leyes
escritas por los valores morales universales que afloran en la conciencia.
Realmente esta clase fue como presenciar un juicio en toda regla, pues
aprovechó la misma la maestra presente, para solucionar un conflicto entre los
alumnos que tuvo lugar en el recreo. Aprovechó la misma para mostrar la
importancia de los valores morales, del no mentir, de reconocer los errores, de
perdonar, y de usar la libertad adecuadamente. Todo ello bajo el pretexto de
que el tema tratado era la desobediencia de Adán y Eva, el perdón de Dios, y el
don de la Libertad, que se mostraba en el temario como el mayor regalo que Dios
ha hecho al ser humano.
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