Hoy ha sido el primer día de mi
vida en el que he asistido al colegio el día previo a las vacaciones de Navidad
y estaba llena de tristeza porque no quería que se acabasen las clases.
Para despedirme en condiciones de
ellos les he llevado unos marcapáginas y un cuadro que les he hecho. Todo ello
dedicado y con mucho cariño elaborado. Pero además les he llevado a mi novio,
que entre muchas otras cosas hace trucos de magia extraordinarios, y les ha
dejado asombradísimos tanto a ellos como a los profesores. Pero lo que más
destaco de este día no son las sonrisas de los niños, si no sus penas por mi
marcha, y mi propio lamento. Jamás pensé que fuese a tener ganas de llorar por
irme del colegio a las vacaciones de Navidad, pero lo hice. Y al mismo tiempo
lo hicieron varios de ellos a pesar de ser su último día de clase. Estos niños
me han marcado el corazón con una fuerza que no soy capaz de describir. Me han
llenado de alegrías y también de preocupaciones dirigidas hacia ellos mismos y
me han hecho quererles muchísimo. Jamás olvidaré sus caras, sus risas, sus
voces y cualidades.
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